Las plataformas de streaming de audio han cambiado por completo la forma en que accedemos a la música, los podcasts y otras formas de contenido sonoro. Desde Spotify hasta Apple Music, pasando por plataformas más específicas como SoundCloud o Deezer, el acceso a miles de obras está disponible con un solo clic. Sin embargo, esta facilidad también conlleva una complejidad legal considerable, especialmente en lo que respecta a la protección de los derechos de autor.
En este artículo se analiza cómo se aplican los derechos de autor en el entorno del streaming de audio, quiénes son los titulares de esos derechos y qué medidas deben adoptar tanto las plataformas como los creadores para operar de forma legal.
¿Qué protegen los derechos de autor en el entorno del streaming?
En el contexto del audio online, los derechos de autor protegen cualquier contenido original que esté fijado en un soporte, ya sea físico o digital. Esto incluye las composiciones musicales, tanto la letra como la música, las grabaciones sonoras o fonogramas, los podcasts, las narraciones literarias, los efectos de sonido, las producciones radiofónicas y las interpretaciones vocales o instrumentales.
Además, también pueden estar protegidos otros elementos asociados, como las carátulas de los álbumes, los textos descriptivos de episodios o canciones, e incluso los títulos, si tienen suficiente carácter distintivo.
Todos estos elementos están protegidos desde el momento de su creación, aunque su registro formal en una oficina de propiedad intelectual otorga mayores garantías jurídicas y facilita la defensa de los derechos ante infracciones.
Titulares de derechos de autor en una obra musical o sonora
Una sola pista de audio puede implicar la intervención de varios titulares de derechos. Por un lado, está el autor o compositor, responsable de la creación de la melodía o de la letra. Si la obra se interpreta musicalmente, entran en juego los intérpretes o artistas, cuyas ejecuciones también están protegidas. Los productores fonográficos, por su parte, tienen derechos sobre la grabación en sí, especialmente cuando han financiado, dirigido o editado el fonograma.
Además, en el caso de obras publicadas a través de sellos o editoriales musicales, estas entidades también pueden tener derechos económicos derivados de la gestión o promoción de la obra. A todo ello se suman los derechos morales de los creadores, como el derecho a ser reconocidos como autores y el derecho a oponerse a modificaciones que dañen su reputación.
Tipos de derechos de autor implicados en el streaming
El uso de obras protegidas en plataformas de streaming implica varios tipos de derechos. Uno de los principales es el derecho de reproducción, que se refiere a la posibilidad de almacenar, copiar o fijar una obra en un medio digital. Esto es aplicable tanto a la reproducción permanente como a la temporal, como en los casos en los que las plataformas permiten la escucha sin conexión.
Otro derecho fundamental es el de comunicación pública, que se refiere a la transmisión de la obra a través de internet de forma que sea accesible desde el lugar y en el momento que el usuario elija. Este derecho es especialmente relevante en el entorno del streaming, ya que permite a los usuarios escuchar el contenido sin necesidad de descargarlo. Ambos derechos deben estar debidamente licenciados para que el uso del contenido sea legal.
En algunos países también existen derechos conexos, que protegen a los intérpretes y productores fonográficos por separado, y que deben ser gestionados junto con los derechos del autor para asegurar una utilización legal y completa del contenido.
Licencias y gestión de derechos en plataformas
Las plataformas de audio, para poder operar legalmente, deben obtener licencias de los titulares de derechos. Estas licencias pueden ser gestionadas de forma colectiva o individual. En la gestión colectiva, las entidades de gestión autorizadas (como SGAE en España, SACEM en Francia o BMI/ASCAP en Estados Unidos) conceden permisos para utilizar grandes catálogos de obras protegidas a cambio del pago de tarifas periódicas. Estas entidades también se encargan de repartir las regalías entre los autores y demás titulares.
En el modelo de gestión individual, las plataformas negocian directamente con sellos discográficos, editoriales, agregadores digitales o artistas independientes. Esta opción puede ser más flexible, pero también más compleja, ya que implica acuerdos personalizados y un mayor esfuerzo administrativo.
En ambos casos, la transparencia y trazabilidad de los usos es clave para garantizar que todos los titulares reciban la compensación correspondiente y que la plataforma no incurra en infracciones.
Obligaciones legales de las plataformas de streaming
Las plataformas no solo deben obtener las licencias adecuadas, sino que también tienen responsabilidades continuas para respetar los derechos de los autores. Entre ellas se encuentra la obligación de garantizar una remuneración equitativa, distribuir correctamente los ingresos generados por el uso de las obras, y ofrecer sistemas efectivos para la gestión de reclamaciones o denuncias por uso no autorizado.
Además, deben respetar los derechos morales del autor, como el reconocimiento de su autoría y el mantenimiento de la integridad de la obra. También están sujetas a normativas específicas, como la Directiva de Derechos de Autor en el Mercado Único Digital en la Unión Europea, o la DMCA (Digital Millennium Copyright Act) en Estados Unidos, que establecen procedimientos concretos para la retirada de contenidos ilegales y la responsabilidad de las plataformas ante infracciones.
¿Qué pueden hacer los creadores para proteger su contenido?
Los creadores tienen varias herramientas para proteger sus obras en el entorno del streaming. En primer lugar, es recomendable registrar las obras en las oficinas nacionales o regionales de propiedad intelectual, lo que proporciona una prueba fehaciente de autoría y fecha de creación. También pueden inscribirse en entidades de gestión colectiva para facilitar la explotación de sus derechos y garantizar una recaudación efectiva de regalías.
Además, existen herramientas tecnológicas que permiten monitorear el uso de las obras en plataformas digitales. Servicios como YouTube Content ID o herramientas de fingerprinting sonoro ayudan a detectar usos no autorizados y facilitan la reclamación de ingresos o la eliminación del contenido infractor. También es aconsejable establecer contratos claros con distribuidores, agregadores o sellos, especificando los derechos cedidos, el reparto de ingresos y las condiciones de uso.
Conclusión
El streaming de audio ofrece una oportunidad sin precedentes para la difusión de contenido sonoro, pero también plantea retos importantes en cuanto al respeto de los derechos de autor. Tanto las plataformas como los creadores deben conocer el marco legal y aplicar mecanismos adecuados para garantizar el uso legítimo de las obras y la protección del talento creativo.
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